martes, 24 de noviembre de 2015

¿Quién es Lucy, la australopiteco?



Hace 41 años, un grupo de paleontólogos descubrió en Hadar, al noreste de Etiopía, el conjunto de restos fósiles de un australopiteco que vivió hace 3,2 millones de años. Era una hembra de 1,1 metros de altura y se trató del primer hallazgo de un humanoide en buen estado que logra explicar la relación entre los primates y los humanos.

Los trabajos de rescate recuperaron el 40% del esqueleto y tras varios estudios se confirmó que esta Australopithecus afarensis ya caminaba en dos extremidades inferiores. Tiene los pies arqueados como los humanos actuales, lo que indica que era bípedo y que su especie había dejado de trepar árboles como los primates. El hallazgo la ubica como un ancestro de los Homo sapiens y también como una conexión evolutiva con los primates.

Era el 24 de noviembre de 1974 cuando se hizo el descubrimiento y en la radio sonaba Lucy in the sky with diamonds, el éxito de los Beatles, así que al paleontólogo Donald Johanson le pareció buena idea darle un nombre al grupo de huesos que, según indicaban las primeras investigaciones, pertenecían a una sola persona. La nombró Lucy y con el apelativo siguió la fama. Tras este descubrimiento se han encontrado más de 250 fósiles de al menos 17 individuos en la misma región.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Inger Enkvist, ex asesora del Ministerio de Educación de Suecia: "Existe una excesiva autonomía por parte de los estudiantes"

EM., VCyT., 22-11-15
Por Margherite Cordano

El miedo a ser visto como una entidad opresiva, ha llevado a que muchos colegios descuiden la formación de sus alumnos, exigiéndoles menos y entregándoles más libertades. Esa es la premisa que plantea la educadora sueca Inger Enkvist, doctora en Letras de la Universidad de Gotemburgo, académica de la Universidad de Lund y ex asesora del Ministerio de Educación de su país.

Invitada por la Escuela de Pedagogía Media de la Universidad de los Andes, Enkvist visita Chile esta semana para participar como exponente en una conferencia centrada en el rol de los profesores en la tarea de exigir y desafiar intelectualmente a sus alumnos.

"Existe una excesiva autonomía por parte de los estudiantes; si dicen que no pueden realizar un trabajo a tiempo, inmediatamente se les dice que pueden hacerlo más tarde", ejemplifica. Lo dice en un español fluido, uno que le ha permitido viajar y conocer sobre los sistemas de educación en América Latina. "Cuando le pides a los alumnos que sean ellos quienes tomen la iniciativa de estudiar, en muchos casos esto no funciona. Muchos no buscan el conocimiento de por sí, necesitan que alguien les exija para rendir", dice.

Se refiere especialmente a quienes vienen de contextos vulnerables. "Si les dices claramente qué es lo que tienen que hacer para continuar con sus compañeros el próximo año, entonces algunos de ellos van a hacer caso. Hay que tener un poco más de firmeza para que aprendan; quienes tienen problemas psicológicos o sociales necesitan un marco todavía más firme", plantea, aludiendo a la idea de que exigir y poner reglas puede ayudarlos a salir adelante.

Efecto par

Inger Enkvist dice que quiere aprovechar su visita para conocer más sobre los cambios educativos que se proponen en el país.

Hasta ahora ha escuchado algo sobre dejar de lado la selección académica en las escuelas con subvención, lo que no le parece positivo. Especialmente cuando significa que colegios que se caracterizan por la alta calidad de sus alumnos, dejen de recibirlos. "Las críticas contra esos colegios no tienen que ver con su calidad, ni con el aprendizaje de los estudiantes, ni con la calidad de enseñanza de los profesores, sino que con un tipo de reivindicación política de que nadie pueda tener nada mejor que otro. Ni siquiera cuando depende del esfuerzo del propio alumno".

En su opinión, "es malo y excesivo abolir este tipo de colegios, porque eso va a hacer descender la calidad, va a amenazar el nivel intelectual del país. Si la entrada supone haber estudiado y estudiado bien, no me parece que sea algo injusto de hacer. ¿Por qué hacer bajar algo que está funcionando bien?", pregunta.

-Se tiende a hablar del efecto par, la idea de que en un aula heterogénea, los alumnos de buen desempeño ayudan a sus pares con menos habilidades a mejorar su rendimiento. Esto, sin perjudicarse ellos mismos. Bajo este punto de vista, todos los involucrados terminan ganando.

"Claro. Pero esto funciona si tienes un grupo estable de 30 alumnos en el que 27 trabajan muy bien y tres tienen dificultades, pero voluntad de aprender; es probable que esos niños se adapten al grupo. Pero si el curso es inestable, no trabaja muy bien, los alumnos con problemas quizás son más y su voluntad de aprender no es pronunciada, es probable que baje el nivel del grupo entero.

Hay que mirar cada caso, a veces funciona y a veces no. Existe un lema que suele repetirse entre quienes proponen estas ideas, que es que nadie tiene el derecho de quitarle a otro su derecho a la educación. Pero eso es lo que hacen los que no tienen interés y se dedican a hacer ruido, impidiendo que trabaje todo el resto".

-Imagino que también influye la capacidad del profesor de manejar y estimular al grupo a su cargo.

"Sí. Es fundamental exigir ciertos estándares mínimos a quienes entran a estudiar para ser profesor. Dejar entrar a bajos puntajes a la carrera es fatal para ellos mismos y para los alumnos; se crea un ambiente de poca expectativa, muy poco estimulante, lo que influye en que las personas con capacidades para ser excelentes profesores terminen no queriendo incorporarse en un grupo de empleados de bajo nivel".

viernes, 23 de octubre de 2015

Padres que utilizan a sus hijos para reivindicarse a sí mismos: el caso de Andre Agassi

Ergogénica

En los años 80’ y 90’, el tenista norteamericano Andre Agassi llamó la atención de los medios y de la afición deportiva, no sólo por ganar ocho Grand Slam, sino también por mostrar en cancha una actitud bastante atrevida y provocadora para los parámetros habitualmente aceptados en el tenis, y sobre todo por presentarse a jugar los partidos no como usualmente lo hacen los competidores en esa disciplina deportiva, sino con poleras rasgadas, jeans recortados, y luciendo una vistosa “pichanguera”, ese fantasioso corte de pelo que hoy causaría asombro, pero que hartos adolescentes llevábamos con aplomo y desvergüenza por las calles de Santiago en esos años. Lo había puesto de moda el futbolista checo Tomas Skuhravy en el mundial de fútbol México 86’, jugando por la selección nacional de la entonces República Socialista de Checoeslovaquia. Hay por ahí unas fotos del mismísimo George Clooney luciendo el modelito.

Pero a lo que iba: más allá de su extravagancia, parado en la cancha, raqueta en mano, ganando partidos, títulos y mucho dinero, el joven Agassi derrochaba convicción, y a nadie se le hubiera ocurrido pensar que vivía como lo hacía, contra su voluntad.

Sin embargo, la agencia Reuters informa que de paso en México, con la distancia que le dan sus actuales 45 años, Agassi confiesa que durante el tiempo que ocupó la cima del tenis mundial fue muy infeliz y que nunca disfrutó practicar el deporte en el que destacó, porque su padre lo obligó a jugar.

"Mi padre me vendía como el número uno y cuando llegas ahí no te queda para dónde voltear, era el número uno más infeliz del mundo, prefería ser el 141. Cada vez que salí a jugar tenis sentí que estaba fingiendo", reconoció Agassi. 

"Mi papá era muy intenso, tenía ocho años y era una carga que me hundía y ése resentimiento me acompañó durante toda mi carrera profesional", apuntó. 

"No empecé en el tenis por elección, yo odiaba el tenis con toda mi alma y lo odié por la mayor parte de mi carrera. Yo tenía que golpear miles de bolas por día porque mi papá tenía la idea de que nadie me iba a ganar si golpeaba miles de bolas por día y por años", explicó.

Recuerdo otro caso más extremo, también en el tenis: el de Mary Pierce, una linda y briosa tenista francesa que aunque ganaba casi todo lo que jugaba, un día, quienes transitaban por las afueras de un court, tuvieron que intervenir para que el padre no la siguiera abofeteando por perder el partido que acababa jugar.

Tras su retiro, Agassi creó una fundación para ayudar a miles de niños alrededor del mundo, compromiso con el que se siente pleno y feliz. "Decidí tomar mi elección y darles educación a los niños, un compromiso para no fallarles, así los colores de la vida del tenis empezaron a cambiar y me di cuenta que había algo bueno", concluyó.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Tome agua, no gaseosas

Emol, miércoles, 21 de octubre de 2015

No hay sustitutos saludables para el consumo de agua. Dependiendo de la edad y del sexo, el ser humano debe ingerir entre 2 y 3 litros de agua al día. En Chile, entre 1987 y 2007, el consumo diario de bebidas aumentó de 116 cc diarios a 289 cc per cápita. 

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Por miles de años el agua ha sido el principal sustento de la vida de los seres humanos. Al menos, hasta que la revolución industrial y el boom de la publicidad cambiaron nuestros hábitos. Hoy, luego de un siglo de dura batalla con las bebidas procesadas, la tendencia parece volver a lo "natural".

¿Por qué el agua?

La literatura a favor del agua es vasta: estudios y estadísticas de las más variadas fuentes del mundo académico y corporativo hablan sobre los beneficios del consumo de agua. No son propiedades mágicas pero si considerables, entre las que se encuentran mantener el balance de los fluidos del cuerpo, ayuda a controlar las calorías, ayuda a energizar y optimizar la musculatura, mejora la apariencia y hidratación de la piel, ayuda a conservar los riñones y a mantener la función normal intestinal, entre muchas otros beneficios.

¿Cuánta agua tomar?

La OMS es clara: No hay sustitutos saludables para el consumo de agua. Una opinión que es también unánime entre los especialistas: la recomendación es tomar entre 2 y 3 litros de agua al día dependiendo de la edad y del sexo. En términos más específicos, los hombres mayores de 19 años deben tomar 3 litros y las mujeres sobre esta edad 2,2 litros diarios. Aproximadamente el 80% del agua diaria incorporada al organismo proviene de la ingesta directa de agua. Un mecanismo que no sólo es necesario para estar vivos: en un mundo donde la obesidad es una pandemia que afecta al 30% de la población (adulta e infantil) es una de las soluciones para mantener el peso a raya.

Agua vs. la industria mundial: "si no puedes contra ellos, úneteles"

El amorío de Estados Unidos con las bebidas gaseosas o "sodas" fue largo, intenso y el quiebre ha sido lento. Por más de dos décadas las bebidas fueron la elección número uno con un consumo “peak” de 204 litros por año en 1998, de acuerdo a los datos de Beverage Digest.

Desde esa fecha la tendencia ha ido retrocediendo. Hoy la cifra se ubica en cerca de 166 litros anuales dependiendo de las fuentes, que si bien aún es un número alto, representa una caída de cerca del 20% en dos décadas. La inmensidad de recursos en marketing invertidos por grandes compañías del rubro -las principales The Coca Cola Co. y PepsiCo- en lograr que las personas beban más gaseosas en vez que agua embotelladas no ha sido capaz de frenar el cambio.

Es por eso que la industria, siempre flexible y atenta, dio un fuerte giro y se "apoderó" de los beneficios de lo natural con su nuevo producto estrella: el agua embotellada, que según algunos estudios sería hasta 2.000 veces más cara que el agua de la llave, a pesar de que diversos análisis muestran que no sería ni más beneficiosa ni tiene mejor sabor que la corriente.

El agua embotellada esta nueva tendencia con un consumo de 79 litros por año. Además, es difícil estimar o rastrear el consumo de agua de grifo, porque existen otros usos como la ducha o el lavado lavar de platos y ropa, pero cuando se considera el consumo de agua embotellada y de grifo juntos, se estima que éste comenzó a sobrepasar a las gaseosas con 219 litros el 2008 de acuerdo a Beverage Digest.

El consumidor de agua embotellada tiende a elegir por precio, es decir, comprar la más barata, lo que presiona a las compañías a mantener precios competitivos, impactando el margen o rentabilidad en esta categoría e impulsándolas a recortar costos. Aún en el segundo lugar aparece el agua de la llave, pese a que se espera que durante los próximos años su consumo se dispare. Esto por la creciente relevancia que cobran factores que preocupan a los compradores: la preocupación de los consumidores por la cantidad de residuos que producen las botellas plásticas, las críticas a los efectos del plástico sobre el contenido del producto, el ahorro de dinero, la nueva percepción que el agua de grifo no tiene mal gusto, y últimamente la promoción de su consumo por parte de la ciudades como es el caso de New York City y otras ciudades.

Los expertos prevén que el consumo de agua se mantendrá en el primer lugar en el mediano y largo plazo, pero es difícil estimar si beberán del grifo o agua embotellada. De acuerdo a Michael Bellas, CEO of Beverage Marketing Corp, el agua embotellada por si sola sobrepasará a las gaseosas en las próximas décadas. Una cifra estremecedora, sobre todo si consideramos que de acuerdo a Beverage Digest, las ventas de gaseosas en Estados Unidos son 5 veces mayores que las de agua embotellada en términos de ventas en dólares y sólo el doble en términos de volumen.

La triste radiografía del consumo en Chile

Según un estudio realizado en conjunto por el Centro de Estudios Avanzados de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Playa Ancha (Upla), y el Instituto de Nutrición y Tecnología de Alimentos (Inta) de la Universidad de Chile, entre 1987 y 2007 el consumo diario de bebidas aumentó de 116 cc diarios a 289 cc per cápita. Es decir, en 20 años, los chilenos aumentaron el consumo de bebidas en un 151%.

Una tendencia que los expertos en salud critican y relacionan de manera directa con los altos índices de obesidad que hay en nuestro país. "Nuestro perfil alimentario no es bueno en este momento y tenemos que hace un llamado a consumir productos más naturales, a volver a nuestras preparaciones tradicionales, porque nuestra dieta tiene un alto componente de productos ultraprocesados que son grandes aportadores de densidad energética, grasas saturadas, azúcares agregados y sal", señala Mirta Crovetto, decana de la facultad de Ciencias de la Salud de la Upla.


Según la especialista, esta triste radiografía es en gran medida consecuencia de la falta de una información o educación alimentaria en los hogares y las familias, que les permita hacer una elección más correcta sobre los alimentos que necesitan. El problema -estima Crovetto- es que sin la información y educación necesarias para modificar conductas, "es muy difícil que podamos lograr cambios en un tiempo menor a 15 años".

jueves, 15 de octubre de 2015

Sobrepeso y obesidad: una pandemia sin control

EMOL, 11-10-15

Vistos como enfermedad, y no como una cualidad puramente estética, el sobrepeso y la obesidad son la afección más extendida y más letal en la historia de la humanidad. Según datos de la OMS, en el mundo un 39% de las personas adultas de 18 o más años tienen sobrepeso, y el 13% son obesas.

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El pasado 11 de octubre el planeta celebró el "Día Mundial del Combate Contra la Obesidad".

Y pasa que Chile es uno de los países más afectados por la epidemia de sobrepeso y obesidad en el mundo.

Según la última Encuesta Nacional de Salud 2009-2010, un 67% de los chilenos, es decir, cerca de 8.900.000 personas, tiene exceso de peso. De ellos, un 39,3% tiene sobrepeso, un 25,1% obesidad y un 2,3% obesidad mórbida. Y la obesidad ataca especialmente a nuestras mujeres: el 30,7% de la población femenina la padece, contra un 19,2% de los hombres.

¿Y los niños? Según el informe “Panorama de la Inseguridad Alimentaria en América Latina y el Caribe” de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), un 10% de la población infantil en Chile tiene obesidad, lo que coloca a los niños chilenos como los segundos más obesos de la región. Datos consistentes con el último Simce de Educación Física de noviembre de 2012, que evaluó 25 mil alumnos de octavos básicos, arrojando que sólo un 48% de los niños, y apenas un 12% de las niñas, alcanzan un nivel satisfactorio en rendimiento muscular, flexibilidad y resistencia cardiorrespiratoria.

Según los especialistas, estos números vienen principalmente del sedentarismo y del alto consumo de alimentos procesados y envasados, de bebidas azucaradas y de pan.

¿Qué hacer ante este desalentador panorama? Para frenar la epidemia de obesidad infantil, la OMS recomienda una serie de medidas que es posible tomar en el hogar:

- Aumentar el consumo de frutas y hortalizas, legumbres, cereales integrales y frutos secos.
- Reducir la ingesta total de grasas y sustituir las saturadas por insaturadas.
- Reducir la ingesta de azúcares.
- Realizar un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física de intensidad moderada o vigorosa, que sea adecuada para la fase de desarrollo y conste de actividades diversas.

Aunque lo que pasa en el hogar incide fuertemente en los índices de sobrepeso y obesidad, la OMS subraya que el tratamiento del problema debe tener un enfoque multidisciplinario, y que los colegios tienen mucho que aportar para corregir hábitos y conductas, porque es ahí donde los niños comparten durante gran parte del día.

"Se ha visto que la función cognoscitiva de los niños es influida por el estado nutricional y el ambiente psicosocial que enmarcan su crecimiento y desarrollo. Por lo tanto, un ambiente desfavorable, al igual que una alimentación inadecuada -sea por exceso o déficit de ciertos nutrientes- pueden impedir que un individuo logre su máximo potencial", explica Consuelo Muñoz, nutricionista y vocera de Fundación Banmédica.

"Ello no sólo incide negativamente sobre su desarrollo físico, sino que también lo hace en el desarrollo intelectual, el estado de alerta, los niveles de concentración y rapidez al pensar y, por ende, sobre el rendimiento escolar", advierte.

¿Qué pueden hacer en concreto los colegios? Según la especialista, algunas medidas que pueden implementar son:

- Asegurar que todos los alimentos que se ofrecen cumplan con un criterio saludable.
- Establecer lugares y tiempos para comer.
- Entregar constantemente a los alumnos mensajes sobre conductas nutricionales beneficiosas.
- Establecer instancias donde se pueda educar y motivar a los padres o responsables del cuidado de los niños, sobre la importancia de inculcar hábitos saludables.

A esto, la OMS agrega:

- Dictar clases diarias de educación física con actividades variadas adaptadas a las necesidades, intereses y capacidades del máximo número de estudiantes.
- Ofrecer actividades extracurriculares: deportes y programas no competitivos (por ejemplo, recreos activos).
- Alentar la utilización de medios de transporte no motorizados para acudir al colegio y a otras actividades sociales.
- Ofrecer acceso a los estudiantes y a la comunidad a instalaciones adecuadas para la práctica de actividades físicas.
- Alentar a los estudiantes, profesores, padres y demás miembros de la comunidad a que desarrollen actividades físicas.

El Índice de Masa Corporal

El IMC es un indicador de la relación entre el peso y la talla de una persona, y se calcula dividiendo el peso de una persona en kilos por el cuadrado de su talla en metros (kg/m2). Un IMC igual o superior a 25 determina sobrepeso. Un IMC igual o superior a 30 determina obesidad.

Aunque se ha objetado la utilidad de esta fórmula por no considerar características individuales como la contextura, el tipo de musculatura y otros aspectos, es el indicador que utiliza la OMS para identificar el sobrepeso y la obesidad en los adultos, y detectar tempranamente la presencia de ambos desórdenes.

10 datos OMS sobre obesidad

1. El sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud.
2. En 2008, más de 1.400 millones de adultos mostraban sobrepeso y más de 500 millones eran obesos.
3. En 2013, 42 millones de niños menores de cinco años tenían sobrepeso.
4. En el ámbito mundial, el sobrepeso y la obesidad causan más muertes que la escasez de alimentos.
5. La obesidad suele ser el resultado de un desequilibrio entre las calorías ingeridas y las calorías gastadas.
6. El apoyo de la comunidad y del entorno son fundamentales para influir en las elecciones personales y evitar la obesidad.
7. Las elecciones de los niños, su dieta y el hábito de realizar actividades físicas dependen del entorno que les rodea.
8. Una dieta saludable puede contribuir a prevenir la obesidad.
9. La actividad física regular ayuda a mantener un cuerpo sano.

10. Para frenar la epidemia mundial de obesidad es necesaria una estrategia poblacional, multisectorial, multidisciplinaria y adaptada al entorno cultural.

miércoles, 30 de septiembre de 2015

Neuroinmunología: dormir bien fortalece el sistema inmune de las personas

EM., VCyT., 30-09-15
Sebastián Urbina

Un sueño reparador no solo aumenta la cantidad de linfocitos, células que defienden al organismo, sino que también mejora su funcionamiento, advierte un grupo de investigadores.  

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Dormir bien y amanecer descansado es un factor fundamental para gozar de una buena salud. Diversos estudios han demostrado que un sueño reparador ayuda a las personas a tener un peso adecuado, así como un riesgo menor de desarrollar diabetes, hipertensión arterial e, incluso, algunos tumores.

Asimismo, a nivel cerebral existe otra ventaja. El sueño permite consolidar los recuerdos de los hechos más importantes que la persona vivió durante el día.

Ahora, investigadores de Alemania y Holanda hicieron una revisión científica donde destacan el beneficio de dormir bien sobre otro tipo de memoria, la del sistema inmune. Esto porque quien descansa bien tiene más linfocitos -que son células del sistema de defensa del cuerpo- y los que produce, además, son de mejor calidad.

"Mientras que desde hace tiempo se sabe que el dormir apoya la formación de recuerdos en la memoria de largo plazo a nivel psicológico, la idea de que este efecto se observa en otros sistemas del organismo es, desde nuestra perspectiva, algo enteramente nuevo", dice el doctor Jan Born, de la Universidad de Tubinga, uno de los autores del trabajo. Ellos proponen unificar el concepto de "formación de recuerdos de largo plazo", tanto para el sistema nervioso como para el sistema inmune, y para ambos casos, el sueño de calidad es crucial.

Información clave

El sistema inmune "recuerda" los encuentros que ha tenido con bacterias y virus a través de la identificación de los fragmentos que quedan después de la batalla contra estos gérmenes, dando lugar a la creación de células T de memoria. Estas guardan la información por meses o años, y así ayudan al organismo a responder a nuevas infecciones en forma rápida.

Son estas células T de memoria las que se producen durante la etapa de sueño profundo, algo que se ha observado durante las noches después que las personas se vacunan (ver recuadro).

Por esto, hoy no se duda de que la falta de sueño pone la salud de la gente en peligro.

"La evidencia nos dice que el dormir bien hace que el sistema inmune se potencie y su respuesta sea mejor", dice la doctora Evelyn Benavides, neuróloga especialista en Medicina del Sueño de la Clínica Universidad de los Andes.

Según explica, "las personas que hacen turnos de noche o duermen mal son más propensos a enfermarse ya que tienen una inmunidad más baja. Y cuando dejan de hacer turnos, se enferman menos".

Algo que no solo vale para las infecciones, también para algunos tumores como el de mama. Por eso a las mujeres con mayor riesgo familiar de hacer este cáncer se les recomienda no hacer turnos de noche, "ya que el riesgo de desarrollar esta enfermedad aumenta dos a tres veces", advierte la doctora Benavides.

"El sistema nervioso y el inmune están conectados y se hablan", dice el doctor Pablo González, académico de la Universidad Católica e investigador del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia.

En su opinión, este conocimiento debería traducirse en que "junto con vacunar, debería recomendarse reposo y que la persona duerma para que la vacunación ande mejor".

Según el doctor Born, "si no dormimos, entonces el sistema inmune podría enfocarse en los fragmentos equivocados de los patógenos". Por ejemplo, registraría las partes que mutan rápido en un virus, lo que no le permitirá reconocerlo más adelante y activar a tiempo las defensas.

La evidencia que entregan las vacunas

En una investigación realizada por científicos de la U. de California en San Francisco, se vacunó a 125 voluntarios contra la hepatitis B, que consta de tres dosis: la primera y la segunda administradas con un mes de diferencia, y la tercera como un refuerzo a los seis meses. Al hacer los análisis de sangre para ver la protección alcanzada, se encontró que quienes dormían menos de seis horas tenían 11,5 veces más probabilidad de no desarrollar una respuesta inmune que los protegiera contra la enfermedad. Es decir, el organismo de estas personas no fabrica los anticuerpos que permiten identificar y neutralizar a sus enemigos, en este caso un virus que afecta al hígado.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Conversar en clases no siempre tiene consecuencias negativas en el aprendizaje

El Mercurio, Educación, 28-091-15
Por Margherite Cordano F.

Según estudio canadiense los estudiantes que conversan en la clase desarrollan mayor sentido de pertenencia y aprovechan mejor la clase.

Yo, editor de este blog, se lo dije mucho a los profesores e inspectores cuando niño, pero no querían escuchar. Su respuesta era un cerro de estúpidas anotaciones negativas del tipo “conversa en clase”, “se para en clase”. Con ellas oprimieron y marcaron la escolaridad de muchos niños, estigmatizándonos y marginándonos como indisciplinados y conflictivos. Éramos niños por favor!!!

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Por un semestre, las investigadoras Catherine Rawn (Universidad de British Columbia) y Gillian Sandstrom (Universidad de Essex) pidieron a 242 alumnos canadienses llevar registro de todo aquello que conversaban en horas de clases: desde los comentarios que hacían sobre la materia, hasta los chismes que compartían con la persona que estaba a su lado.

Al final de cada período, los universitarios de primer año también debían completar cartillas en las que se les pedía evaluar el curso y el sentimiento de pertenencia que sentían hacia él. Para eso usaban una escala del uno al cinco.

"Los estudiantes que conversaban más que otros, tenían un mayor sentido de pertenencia y decían disfrutar mucho más de la clase", explica Rawn a "El Mercurio".

"Como académica tengo muy claro que escuchar a dos o más personas hablando puede considerarse una falta de respeto, pero descubrimos que este acto se relaciona con algo que los docentes valoran mucho, que es el sentido de comunidad", indica la psicóloga.

Para Natalia Salas, directora de Pedagogía Media en la Facultad de Educación de la Universidad Diego Portales, no es extraño que este mayor compromiso hacia la clase incida en el posterior resultado académico de los alumnos, como también sugiere la investigación canadiense.

"El estudio explica que el sentido de pertenencia no solo afecta la percepción que se tiene de la clase, sino que repercute en el desempeño dentro de ella. Y eso no es algo raro si pensamos que las creencias efectivamente afectan las cosas que hacemos", plantea la académica. Según explica, en el último tiempo, varias instituciones en el mundo han decidido desechar la imagen del aula donde solo habla el profesor, para dar paso a una donde prima la discusión entre todos.

"Hay espacios específicos dentro de la cotidianeidad de la clase para conversar y contar a los compañeros lo que se está pensando y las hipótesis que emergen. Tiene mucho que ver con la creación de una cultura de clase fuerte, donde conviven estudiantes con altas expectativas, que aprenden a autorregularse y generar un sentido de comunidad", explica Salas.

Se interactúa no para molestar o interrumpir, sino que para crear un colectivo de aprendizaje, agrega Jaime Retamal, académico del Departamento de Educación de la Universidad de Santiago.

"El concepto es crear comunidades y ambientes de aprendizaje propicios, en los que la conversación de todos con todos se hace en vistas al progreso comprensivo. Es evidente que un ambiente así de creativo no tiene al viejo y aburrido silencio de su parte".

Nueva dirección

Si bien se tilda de positivo que los alumnos interactúen unos con otros, Catherine Rawn entiende que cuando esto no es bien supervisado, el conversar puede salirse de las manos y comenzar a ser visto como falta de disciplina. "Lo que hago en clases es tratar de aprovechar la cháchara -"chitchat", le llama ella- con fines de aprendizaje. Las conversaciones entre alumnos van a suceder de todas formas, entonces en vez de retarlos porque hablan, trato de redireccionar el sentido que estas tienen", dice.

Bajo la lógica de que los alumnos van a conversar de cualquier modo, otro consejo de Rawn es que los profesores no se ofendan cuando esto suceda.

"Tomen un respiro, no siempre asuman que es algo negativo y no reaccionen de sobremanera", plantea como sugerencia.

"Hoy, los estudiantes van a la escuela porque quieren comprender el todo de su propia experiencia vital; quieren encontrar la forma de interpretar lo que les sucede rápidamente, para entenderlo y así transformar el mundo en el que viven. No quieren que sus perspectivas sean absorbidas por una experiencia escolar de corte academicista, sino que preferirían que sirvieran, como en un laboratorio o comunidad científica, para una experiencia mayor, más útil, productiva y transformadora. En ese proceso de confianza y de construcción del conocimiento mediante un aprendizaje activo, la conversación es vital", cree Retamal.

Para Natalia Salas, esta perspectiva de la escuela se aplica tanto en estudiantes de básica como en los de media, además de en aquellos que cursan la educación superior.

"Desde niños se construye esta sensación de agrado que en el estudio se asocia al compartir con otro y a la mayor motivación por una clase", indica la profesora.

jueves, 24 de septiembre de 2015

En salud mental, el ambiente es más importante que la genética

EM., VCyT., 24-09-15
Por Sebastián Urbina 

Investigación señala gen que magnifica el impacto psicológico de los eventos vitales. Si el evento es negativo causa depresión. Si es positivo, bienestar. Por lo tanto, concluye la investigación, "Uno no puede cambiar el genotipo que tiene o retroceder y cambiar la infancia que vivió, pero puedes dar pasos en el sentido de modificar tu actual ambiente".

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Las personas que tienen en su ADN un cierto gen son impactadas más profundamente por las experiencias que tienen en sus vidas, según una investigación.

Se trata del gen llamado Sert, que fue estudiado en 333 australianos por investigadores de la Universidad de Melbourne. Las personas pueden tener una versión larga del gen, una corta o una que mezcla ambas.

En la ocasión se vio que el 23% de los estudiados tenía la versión corta, y ellos pueden desarrollar una depresión ante un evento adverso, pero ante la ausencia de situaciones negativas son las personas más felices. El grupo fue seguido durante cinco años, en que anualmente se le aplicó un cuestionario para detectar depresión.

Los resultados de este trabajo se publican en la revista British Journal of Psychiatry Open.

Abuso y depresión

Los investigadores se dieron cuenta de que los poseedores de la versión corta del gen y que habían sufrido abuso físico o sexual cuando niños, era más probable que sufrieran síntomas depresivos severos cuando adultos. Por el contrario, los que tenían esta versión corta y no fueron abusados, eran más felices que los demás. Un hallazgo que desafía el concepto tradicional de la depresión, según los autores.

A futuro, este gen podría indicar la susceptibilidad de alguien a tener depresión, sobre todo si tiene antecedentes de abuso. Asimismo, podría ayudar a los médicos a identificar a los pacientes que necesitan asistencia adicional para recuperarse de la depresión.

Si bien este gen y su relación con la depresión ya se había estudiado, nunca se hizo un seguimiento en el tiempo, dice el doctor Chad Bousman, del Departamento de Psiquiatría de la U. de Melbourne.

"Nuestros resultados sugieren que algunas personas tienen un perfil genético que los hace más susceptibles a ambientes negativos, pero que puestos en un ambiente de apoyo y comprensivo, estas mismas personas es probable que crezcan sanamente", explica Bousman. Algo que es, en su opinión, una buena noticia para quienes sufren depresión y también para sus terapeutas.

"Uno no puede cambiar el genotipo que tiene o retroceder y cambiar la infancia que vivió, pero puedes dar pasos en el sentido de modificar tu actual ambiente", agrega. Además, ya no es tan claro que porque alguien tiene un gen de riesgo esté condenado.


"Esta investigación demuestra que un gen que consideramos de riesgo en un contexto, puede en realidad ser beneficioso en otro, lo que se opone al determinismo de que la genética es nuestro destino", dice Bousman.

jueves, 11 de junio de 2015

El dolor lumbar es la primera causa de años vividos con discapacidad

EM, VCyT, 11-06-15
Por C. González

A medida que la mortalidad disminuye, las enfermedades y lesiones que no provocan la muerte, pero que sí impactan en la salud de las personas, comienzan a tener mayor protagonismo. Así, patologías como el dolor de espalda y la depresión son las principales causas que llevan a los chilenos a vivir durante años con discapacidad.

Esta realidad es similar a la que se observa en todo el planeta, según el Estudio de Carga Global de Enfermedad 2013, publicado esta semana en la revista The Lancet y en el cual se hace un análisis de 301 patologías y lesiones en 188 países. Ahí quedó de manifiesto que apenas el 5% de la población mundial no sufre ninguna enfermedad.

En el caso particular de los habitantes de Chile, junto con el dolor lumbar y los trastornos depresivos, son el dolor de cuello, la ansiedad, problemas osteomusculares, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (Epoc), la epilepsia, la migraña, la pérdida de audición y el asma las diez causas más comunes de años vividos con discapacidad, una medida que cuantifica el impacto que tienen los problemas de salud que deterioran la movilidad, la audición o la vista, o provocan dolor de alguna manera, pero que no son mortales.

Además, según el estudio local -que estuvo a cargo del doctor Pablo Lavados, de la Facultad de Medicina de la U. de Chile; y Rubén Castro, del Instituto de Políticas Públicas de la U. Diego Portales-, se pudo observar que, para ambos sexos, las principales causas de años vividos con discapacidad siguen siendo prácticamente las mismas desde 1990.

Eso sí, su impacto hoy genera una mayor carga a nivel de salud pública, debido al aumento y envejecimiento de la población, como precisan los autores.

Claro que se observan algunos cambios. Por ejemplo, en las mujeres los problemas osteomusculares aumentaron un 104% y la Epoc, 101%, en el período comprendido entre 1990 y 2013.

En el caso de los hombres, los años vividos con discapacidad por diabetes aumentaron 144% y la Epoc, un 86%.

Asimismo, a nivel general, aumentaron los casos de discapacidad asociados a la diabetes y al abuso de alcohol.

"La necesidad de enfrentar el desafío de las lesiones y enfermedades no mortales se vuelve cada vez más urgente a medida que la población aumenta y las personas viven más", dice el doctor Theo Vos, de la Universidad de Washington y autor principal del estudio.

viernes, 27 de marzo de 2015

El aislamiento y la soledad empeoran la vida

EM., VCyT., 25-03-15.
Paula Leighton

Jornadas laborales largas y agotadoras, redes sociales donde los contactos virtuales reemplazan a los reales, familias pequeñas, creciente desconfianza hacia los demás y sociedades cada vez más individualistas. Los ingredientes para que se diluyan las conexiones sociales y que aflore la soledad son cada vez mayores.

Tanto, que en países industrializados se calcula que la soledad alcanzará proporciones de epidemia hacia 2030.

En un artículo publicado en el último número del mes en la revista Perspectives of Psychological Science, investigadores de la Universidad de Brigham Young (EE.UU.) advierten que, "aunque vivir solo puede ofrecer comodidades y ventajas para un individuo, la salud física no está entre ellos, particularmente para los adultos menores de 65 años (ver recuadro)".

Relaciones en jaque.

Los autores analizaron 70 estudios sobre la relación entre soledad y mortalidad, publicados entre 1980 y 2014.

A partir de estas investigaciones, que abarcaron a 3,4 millones de personas, con un seguimiento superior a siete años, concluyen que las personas que al inicio del respectivo estudio vivían solas, estaban socialmente aisladas o se sentían solas, tuvieron más probabilidad de fallecer durante el seguimiento, independientemente de su edad, estado de salud inicial, grupo socioeconómico o duración del seguimiento.

La mortalidad fue 26% mayor para quienes se sentían subjetivamente solos, 29% para los que tenían escasos vínculos sociales con otros y 32% para quienes vivían solos.

"Esto es comparable con factores de riesgo bien establecidos que se asocian a mortalidad", dicen los autores, refiriéndose al sedentarismo, obesidad, abuso de sustancias, conducta sexual irresponsable, heridas y violencia, entre otras. "Por eso parece prudente agregar el aislamiento social y la soledad a la lista de preocupaciones de salud pública", señalan.

"Tenemos que empezar a considerar nuestras relaciones sociales más seriamente", dice la psicóloga Julianne Holt-Lunstad, autora principal del estudio. Sobre todo, considerando que "la evidencia actual indica que el elevado riesgo de mortalidad por falta de relaciones sociales es mayor que el de la obesidad".

El psiquiatra Rafael Sepúlveda, académico de la Unidad de Salud Mental y Psiquiatría Comunitaria de la Escuela de Salud Pública de la U. de Chile, destaca dos abordajes para lograrlo.

Activar las redes.

"A nivel individual, las personas deben ser capaces de activar y cuidar sus soportes sociales. Muchas veces estos -amigos, familiares, vecindad- están disponibles, pero las personas no los activan", dice Sepúlveda. A nivel de sociedad, en tanto, se deben crear las condiciones que favorezcan las redes sociales. Esto incluye, por ejemplo, pensar espacios de esparcimiento y socialización en el diseño urbano.

Cerca del 75% de los estudios analizados por los autores se hicieron con adultos mayores, un grupo tradicionalmente más asociado a falta de redes sociales. El doctor Sergio Castro, geriatra del Instituto Nacional de Geriatría se muestra optimista respecto de las políticas dirigidas a este grupo etario en Chile. "Hemos avanzado mucho en la oferta de actividades recreativas para adultos mayores, especialmente a nivel municipal. Si trabajamos más en esa línea, aumentarán sus posibilidades de crear vínculos". Agrega que mantener relaciones sociales cultivadas antes de la jubilación y participar en actividades sociales o voluntariados son otras fórmulas para evadir el aislamiento. El resultado será una vida más larga y de calidad.

Antes de los 65

Si bien los estudios analizados no indican las causas de muerte de los solitarios, los investigadores identifican varias razones directas e indirectas que explicarían su mayor vulnerabilidad. Se sabe, por ejemplo, que tanto la soledad como el aislamiento social se asocian a conductas poco saludables, como tabaquismo, poca actividad física y mala higiene del sueño. Otros estudios han detectado que quienes tienen pobres redes sociales suelen tener mayores índices de presión arterial y perfiles lipídicos menos saludables, además de un sistema inmune más deteriorado y más probabilidad de depresión.

Lo que es menos conocido, sin embargo, es que la soledad y el vivir solo son predictores de mortalidad precoz mayor para quienes tienen menos de 65 años que para los adultos mayores que viven en las mismas condiciones. Esto, dicen los autores, debido, entre otras cosas, a que tienen más riesgo de involucrarse en conductas de riesgo para la salud y consultan menos por problemas de este tipo.

domingo, 1 de febrero de 2015

Trastorno por ansiedad social afecta al 10% de la población mundial

EM., VA., 24-01-15
Por Guillermo Tupper
 
Cecilia Gacitúa (44, terapeuta floral) empezó a sufrir los primeros síntomas del Trastorno por Ansiedad Social en el colegio. Cada vez que le tocaba salir adelante y disertar frente a sus compañeros, se ponía roja como tomate. Después se bloqueaba y olvidaba todo lo que tenía que decir. "Como era tan chica, no tomaba conciencia de lo que me pasaba", recuerda. "Después en el liceo fue igual. Me daba realmente pánico exponerme a decir algo".
 
Además de las disertaciones, Gacitúa sufría en situaciones muy cotidianas. Por ejemplo, cuando iba a comprar y el vendedor le preguntaba algo, no sabía qué responder; también le sudaban las manos, aumentaban sus palpitaciones y sentía como las facciones de su cara se ponían rígidas o temblorosas. "Con mis parejas no me gustaba mucho salir ni los compromisos. Ellos me decían 'vamos para allá, hagamos esto' y yo decía 'no, me quiero quedar acá'", dice. "Y tenía dramas por lo mismo".
 
En su juventud, Cecilia acudió a varios médicos que no supieron diagnosticar claramente su enfermedad. Y, cuando entró al mundo laboral, se limitó a tener trabajos esporádicos. ¿La razón? No podía estar en un empleo de oficina que la obligara a lidiar con la misma gente todos los días. "Trabajé como secretaria y era súper bien evaluada", recuerda. "Pero en la hora de almuerzo, si el resto me hablaba y preguntaba algo, me podía poner roja. Entonces, evadía comer con la gente y comía sola en mi escritorio, aunque no se pudiera. Me venían depresiones y tenía que dejar el trabajo".
 
Hace algunos años, Gacitúa encontró alivio en la terapia floral, donde atiende a niños hiperactivos o con déficit atencional. Ella es una los miles de chilenos que sufren de Trastorno por Ansiedad Social (TAS), una enfermedad silenciosa que afecta a millones de adultos en el mundo. Si bien es popularmente conocida como fobia social, en la actualidad el término que se usa clínicamente es Trastorno por Ansiedad Social, dado que las fobias se refieren a miedos irracionales (por ejemplo, a las arañas, a quedar encerrados o a los espacios abiertos), mientras que temer a ser mal evaluado por los otros no es algo poco probable.
 
Según la Asociación de Ansiedad y Depresión de Estados Unidos (ADAA), cerca de 15 millones de norteamericanos sufren de este trastorno y un 36% de ellos experimentaron síntomas durante diez años o más antes de buscar ayuda. Chile tampoco es ajeno al problema. El primer estudio de epidemiología psiquiátrica en niños y adolescentes chilenos (2012) mostró una preocupante prevalencia general de trastornos mentales de un 22,5%. Entre ellos, los trastornos ansiosos (fobia social, trastornos de ansiedad generalizada y trastorno de ansiedad por separación) eran unos de los más comunes y alcanzaban un 8,3%. Si extrapolamos estas cifras a los adultos, los expertos estiman que ese porcentaje no dista mucho del promedio mundial y afecta a entre un 10% y un 12% de la población.
 
"La fobia social es el temor persistente a situaciones que involucren relación con otros y en las que la persona se ve fundamentalmente expuesta", dice Carlos Sagredo, director médico del Instituto Neuropsiquiátrico de Chile (INC) y de la Corporación Neuropsiquiátrica (Conepsi). "Hay algunas situaciones de la fobia social que son bien repetitivas como escribir en público, hablar en público, comer en público y usar baños públicos. Cuando la persona se ve expuesta a estas situaciones, normalmente la sensación es la de sentirse evaluados. Y lo que temen es una evaluación negativa del otro y todo esto va asociado a un montón de sintomatologías físicas y psíquicas".
 
El origen del Trastorno por Ansiedad Social tiene su origen en la preadolescencia y se puede detectar en aquellos niños que son más inhibidos, tienen menos amigos y participan poco en clases. Sin embargo, no hay que confundir este tipo de trastorno con la timidez. "Tener algo de ansiedad social frente al hablar en público, una entrevista de trabajo o una primera cita es algo normal e inherente a todos", dice la psicóloga clínica María Angélica Münchmeyer. "En un continuo, la timidez estaría en un extremo y la ansiedad social al final. El miedo que tienen las personas que sufren un Trastorno por Ansiedad Social o una fobia social es mucho más intenso y la cantidad de tiempo que ellos pasan anticipando una evaluación y visualizando que algo terrible les va a pasar es mucho más perturbadora".
 
Entre los síntomas fisiológicos más comunes están el ponerse rojo, transpirar, sufrir temblores, taquicardia y dolor de estómago. Eso va acompañado de un segundo tipo de síntomas a nivel del pensamiento. "Es un círculo vicioso. Ellos piensan 'lo voy a hacer pésimo porque estoy nervioso, el otro se va a dar cuenta y va a pensar que soy tonto'. Además, ser ansioso se tiende a asociar a ser débil y poco seguro", agrega Münchmeyer. "En general, todas estas situaciones que ellos visualizan tienen relación con ser humillado y quedar en ridículo".
 
El tercer síntoma es el aislamiento. Para huir de aquel estímulo o situación que les genera temor, los ansiosos empiezan a evitar situaciones y, como se van aislando y teniendo menos repertorio y habilidades sociales, el trastorno puede derivar en la depresión. "La persona que padece esta fobia social, va a evitar relacionarse con otros", dice Sagredo. "Para el resto, lo más evidente es que la persona empieza a retraerse y evitar el contacto, aún cuando esa persona desee el contacto. Aquel que es fóbico quiere relacionarse con otros pero sencillamente no puede, porque lo pasa tremendamente mal".
 
Las causas del miedo.
 
Rita Clark (72) tenía 22 años cuando sufrió el primer episodio de ansiedad social en su vida. Estaba jugando cartas con su esposo y de repente sufrió un gigantesco ataque de pánico. Al día siguiente fue al doctor y este le dijo que tenía presión arterial baja. "Yo dije 'oh, genial, ¿es solo eso?'. Pero en mi corazón sabía que era mucho más que eso", recuerda. "En esos días no había nada de información sobre salud mental. Tenía dos niños muy pequeños y sabía que había algo mal en mí. Pero estaba petrificada que si decía eso -incluso a mi doctor o a mi esposo- me iban a meter en una clínica mental".
 
Con el paso de los años, el aislamiento social de Clark empezó a impactar cada vez más su vida. Dejó de hacer actividades cotidianas como ir al banco, al supermercado o matrimonios y tampoco tenía forma de mantener un trabajo. Hasta que, a comienzos de los 80, leyó un artículo en la prensa sobre una organización en California (Estados Unidos) que trataba a personas con su enfermedad. "Empecé a seguir una terapia cognitivo-conductual y me tomó un año para darme cuenta de que tenía una enfermedad y que no era distinto a tener diabetes", afirma. "Cuando acepté eso, es cuando mi recuperación comenzó".
 
A medida que avanzaba en su terapia, Clark se dio cuenta de que había factores genéticos que explicaban su enfermedad y se topó con casos de alcoholismo y mala salud mental en su familia. "Vi fotos mías de cuando tenía 5 años en el kínder y salía muy asustada. (En esa época) no tenía ataques de ansiedad, pero era tímida y fui criada para cuidar a la familia y ser fuerte", recuerda. "A los 41 años, tuve que ir hacia atrás y analizar a esa chica joven temerosa que asumió nuevos roles".
 
Según los expertos, los factores en el ambiente en el cual se cría un niño pueden ser los gatillantes de una biología ansiosa. Un ejemplo típico son aquellos padres sobreprotectores que evitan que sus hijos se expongan a situaciones complejas. "Muchas veces son papás más invasivos y que están muy encima y les hacen las cosas. Entonces, al final les terminan comunicando que no son capaces y ese trato los inhibe", dice Münchmeyer. "Otro ejemplo son aquellas familias más cerradas, con padres que tienen susto a las interacciones sociales y no invitan muchos amigos a la casa. Entonces, desde chicos sus hijos aprenden a no estar muy expuestos a contactos sociales".
 
Otros factores que pueden marcar profundamente a un niño son las típicas frases que repiten los padres exigentes ("no vayas a hacer el ridículo", "no vayas a hacer el tonto") y sufrir experiencias de bullying en el colegio. "Al final, la persona está todo el tiempo preocupada internamente de la impresión que va a causar en el otro", dice la psicóloga. "En general, son personas bien perfeccionistas. Y esto viene de una sociedad y una transmisión de esta cultura familiar más exigente".
 
La tecnología como factor de riesgo.
 
En los últimos años, algunos académicos han postulado que el acceso ilimitado a la smartphones , tablets y computadores podría exacerbar la fobia social entre los adolescentes. Si bien los profesores acentúan el uso de algunos dispositivos como herramientas de aprendizaje en la sala de clases, los expertos afirman que ellos también cumplen un rol integral para hacer un balance entre la tecnología y la comunicación más presencial.
 
Una de ellas es Tamyra Pierce -profesora de Periodismo en la Universidad de California- quien empezó a investigar sobre el tema cuando observó que sus estudiantes y miembros de su familia usaban las redes sociales para evitar la comunicación cara a cara. El resultado fue "Ansiedad social y tecnología: comunicación cara a cara versus comunicación tecnológica en los jóvenes" (2009), un estudio destinado a probar la relación entre la tecnología y la fobia social. A través de una modalidad de cuestionario, Pierce llegó a dos conclusiones: primero, que las mujeres tendían a sufrir mayor ansiedad social que los hombres; y, segundo, que todos aquellos que mostraban una mayor ansiedad al hablar con otros en persona, preferían usar la tecnología para interactuar con el resto.
 
"A partir de lo que encontré en mi investigación, usar más y más la tecnología puede incrementar la ansiedad para hablar cara a cara con otros", dice Pierce a "El Mercurio". "Descubrí que muchos jóvenes prefieren comunicarse con otras personas por medio de la tecnología porque sufren de ansiedad social. Sin embargo, se requiere una mayor investigación a fin de determinar si realmente el uso de la tecnología la exacerba".
 
Desde la publicación de su estudio, Pierce ha visto un incremento en la comunicación vía tecnológica de los más jóvenes. "Muchos de mis estudiantes me han dicho que prefieren hablar con otros vía mensaje de texto porque es más rápido y no tienen que entrar en conversaciones largas si no lo desean", afirma. "También dicen que comunicarse vía texto u otras tecnologías les permite pensar una respuesta antes de realmente comunicarse con el otro. Una consecuencia de todo esto es la falta de contacto visual que mantienen cuando conversan".
 
Sin embargo, también hay miradas escépticas al respecto. "Creo que es más probable que la tecnología sea un espectador inocente aquí", afirma Thomas Rodebaugh, profesor de Psicología en la Universidad de Washington. "Ciertos aspectos de la internet podrían ser vistos como que estimulan el aislamiento en algunas personas que estarían mejor con una mayor interacción social. Sin embargo, en el pasado había otras formas en que las personas podían aislarse. Algunas personas que necesitan más estímulos antes de abrirse a otras parecen encontrar a los computadores como un medio mucho más fácil para romper el hielo".
 
Rodebaugh señala que es necesario tener un trabajo más detallado para determinar si la tecnología causa ansiedad social en algunas personas. "Hasta ahora, nuestros datos parecen decir 'tal vez'. Algunas veces la respuesta es 'sí' y otras veces 'no'", dice. "Creo que debemos considerar cuidadosamente como sociedad si es bueno o malo que las personas inviertan más tiempo en comunidades virtuales que en sus propias comunidades locales. Probablemente, un extraño de tu pueblo rara vez será una buena competencia para un viejo amigo en una red social. Pero conocer a muchas personas de tu comunidad puede conllevar beneficios de largo plazo".
 
En los últimos años, algunos académicos han postulado que el acceso ilimitado a los smartphones , tablets y computadores podría exacerbar la fobia social entre los adolescentes.
 
Las mujeres tienden a sufrir mayor ansiedad social que los hombres; además, todos aquellos que muestran una mayor ansiedad al hablar con otros en persona prefieren usar la tecnología para interactuar con el resto.
 
¿Cómo recuperarse de un Trastorno de Ansiedad Social?
 
Los expertos coinciden en que el Trastorno por Ansiedad Social es un problema frecuente en Chile. "A la consulta me llegan cada vez más casos", dice María Angélica Münchmeyer. "Lo que más veo son mujeres que vienen a consultar en su época universitaria, que implica un salto a una mayor independencia y estar más sola. Es un diagnóstico al que no se le ha tomado el peso que se le debiese tomar".
 
Al igual que la mayoría de las patologías en psiquiatría, el Trastorno por Ansiedad Social se puede abordar de más de una forma. Normalmente, el tratamiento tiene dos aristas: una que es psicofarmacológica -es decir, con medicamentos- y, en paralelo, la psicoterapia. Si ambas van de la mano, el porcentaje de éxito es muy alto. "Hay tratamientos que funcionan y eso es bastante esperanzador", dice Carlos Sagredo. "Lo primero es hacer un diagnóstico adecuado. Si tenemos dudas o vemos que nuestro hijo o pareja tiene conductas en las que evita el contacto, se incomoda en los grupos y esto causa un malestar significativo, hay que animarlos a consultar".